Trump ha vuelto a colocarse en el centro del escenario esta semana. Por un lado, el acrónimo “TACO” —Trump Always Chickens Out, Trump siempre se acobarda— gana tracción entre analistas y medios, haciendo referencia a la tendencia del presidente a retroceder tras decisiones agresivas en materia comercial. Esta percepción ha llevado a los inversores a retomar con fuerza la estrategia de “comprar en las caídas”, especialmente ante los bruscos y frecuentes virajes en su política de aranceles.
Por otro lado, el miércoles por la noche, el Tribunal de Comercio Internacional (CIT) encendió un foco de mayor trascendencia: decidió por unanimidad anular todos los aranceles aprobados por Trump bajo la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional de 1977 (IEEPA).
Esto implica la inmediata desactivación de medidas clave como:
- El arancel universal del 10%.
- Las tarifas recíprocas a socios del USMCA (México y Canadá, 25%).
- Los aranceles del 30% sobre productos chinos, justificados por la lucha contra el tráfico de fentanilo.
Implicaciones jurídicas y aranceles que permanecen
No todos los gravámenes serán eliminados. Se mantienen:
- Las tarifas bajo la Sección 232 (Ley de Expansión Comercial de 1962), centradas en la seguridad nacional y aplicadas a productos como acero, aluminio, automóviles, semiconductores o medicamentos.
- Las medidas activadas mediante la Sección 301 (Ley de Comercio de 1974), que autoriza al Representante Comercial (USTR, James Greer) a responder ante prácticas comerciales consideradas desleales o discriminatorias.
La diferencia clave entre ambas normas es su fundamento: la Sección 232 responde a investigaciones del Departamento de Comercio sobre amenazas a la seguridad nacional, mientras que la 301 se centra en disputas comerciales directas.
Como consecuencia inmediata del fallo del CIT, se suspende la recaudación de aranceles bajo la IEEPA y se reembolsarán los pagos realizados en ese marco. Los países afectados pausarán sus procesos de represalia o negociación. Trump, en consecuencia, se ve obligado a redefinir sus estrategias de presión comercial.
Geopolítica y reconfiguración del enfoque comercial
Trump no iba a darse por vencido tan fácilmente, y su intento de bloquear temporalmente la resolución adoptada por el CIT a través de la corte de apelación genera incertidumbre a la foto macroeconómica. El indulto temporal no elimina la posibilidad de que el tribunal de apelaciones respalde la sentencia original y bloquee la política arancelaria de Trump, reduciendo la tasa efectiva de EE.UU. por debajo del 6 %. El presidente, sabedor de ello, anunció que llevará el asunto al Tribunal Supremo, y lo hará deprisa.
Como venimos explicando, y ante la amenaza que supondría para los republicanos la pérdida de control en el Congreso, la ventana de oportunidad de Trump en materia comercial se está cerrando, y en la segunda mitad del año el foco de atención pivotará desde el comercio y la inmigración hacia los recortes de impuestos, la desregulación y la inversión.
EE.UU. podría recurrir a su hegemonía militar como herramienta de negociación. Aliados como Corea del Sur y Japón, cuya seguridad depende en gran medida de la protección estadounidense, podrían ser incentivados —o presionados— por esta vía. En Europa, Trump podría condicionar su apoyo a Ucrania como moneda de cambio en discusiones comerciales bilaterales.
Desde la óptica del inversor, esta resolución del CIT introduce una nueva dinámica: se abre la posibilidad de que la guerra arancelaria pierda tracción en los próximos trimestres, aunque los riesgos persisten si la administración opta por redoblar el uso de los instrumentos aún vigentes, como las Secciones 232 y 301.
Y en el frente fiscal, el proyecto de Ley de Reconciliación Presupuestaria está ahora en el Senado. El análisis del Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB) estima que el presupuesto presentado al Senado podría incrementar el déficit en $3,3 billones los próximos 10 años. El Yale Budget Lab calcula que todos los aranceles vigentes (incluídos los hipotéticamente bloqueados por la resolución del CIT) podían recaudar 2,442 billones de dólares de 2026 hasta 2035, reduciendo significativamente la factura del proyecto Trump 2.0. Sin embargo, si finalmente el bloqueo a las sanciones sustentadas por el IEEPA prevalece, esa cifra disminuirá hasta los 686.000 millones de dólares, obligando a los senadores a buscar aligerar el impacto a largo plazo de la Ley de Reconciliación.
Sector tecnológico: entre el castigo y la esperanza
Justo antes del anuncio del CIT, el presidente seguía poniendo presión comercial en empresas tecnológicas. Trump ordenó esta semana a compañías como Synopsys, Cadence o Siemens EDA —proveedoras de software crítico para el diseño de semiconductores— que suspendan servicios a clientes chinos. En el caso de Synopsys, estas ventas representan el 16% de su facturación. La reacción del mercado fue contundente: caídas superiores al 10% en estas acciones.
No obstante, la sentencia del CIT —si resulta definitiva— podría amortiguar el impacto futuro, al reducir parte de la incertidumbre legal y fiscal para multinacionales afectadas por aranceles “generales” y abrir una ventana para que las restricciones se apliquen con mayor precisión legal.
Perspectiva de mercado: volatilidad y estrategia
La lectura dominante en los mercados es que, pese a la volatilidad política, la balanza comercial global podría estabilizarse en el corto plazo. La eliminación de ciertos aranceles reduce una de las principales fuentes de incertidumbre, y ello podría sostener el impulso en activos de riesgo, al menos mientras se mantenga la expectativa de crecimiento positivo y contención inflacionaria.
Sin embargo, conviene recordar:
- Las herramientas más potentes, como la Sección 301, siguen vigentes.
- Trump podría redirigir su presión hacia objetivos más sectoriales o geopolíticos.
- El margen de maniobra de EE.UU. como superpotencia ofrece nuevas formas de condicionar el comercio sin recurrir exclusivamente a tarifas.
Conclusión: menos aranceles, más estrategia
La decisión del CIT marca un punto de inflexión en la guerra comercial. La supresión de aranceles bajo la IEEPA desmonta parte del andamiaje proteccionista erigido por Trump, pero no neutraliza del todo su agenda. El comercio sigue siendo una herramienta de política exterior, con el riesgo añadido de que se combine con instrumentos geoestratégicos más sutiles, pero igualmente efectivos.
Para los inversores, este nuevo marco sugiere una menor presión inmediata sobre márgenes empresariales vinculados a importaciones, pero también mayores complejidades en la lectura de riesgos regulatorios y geopolíticos. Esta incertidumbre no parece, después del rally, adecuadamente descontada por el mercado de acciones.